Por el amor al poema

Por el amor al poema
Qué nombre es ese, preguntas; dale la vuelta al nombre, ponle cuatro letras más y a lo mejor reconoces a quien no supiste amar. No pensarás que en mi historia nombres propios he de dar, mas bien sustituyo alguno; ahora ponte tu a pensar...

Alejandra Pizarnik

Alejandra Pizarnik
La mejor "hilada" de la más bella poesía

El guardián



Relato «El Guardián» de Margarita Muyo Pulido

El Guardián

La boca seca mientras caminaba no podía dejarle pensar con claridad. El calor era insoportable. No había visto a un ser humano desde hacía mucho tiempo. Se perdió cuando la luna acariciaba sus mejillas en una noche de olvido etílico. Al despertar, solo la soledad le saludó con desgana. No sabía donde se encontraba, ni como había llegado allí. El desconcierto desayunó ausencias con él, en una mañana plagada de arena interminable. Miró al cielo; seguía siendo azul. Se quedó unos largos minutos cuestionando a la nada, sin encontrar sentido a la situación en la que se encontraba. Su boca empezó a carraspear la sequedad de un oasis abandonado; donde el furtivo encuentro era todo, menos agradable. -Seguramente será un sueño. -dijo desconcertado- y con dificultad, por el estado en el que se encontraba, se levantó torpemente. Caminó durante horas, hasta encontrar un pórtico cubierto de oro, y serpientes, que lo custodiaban. Cerca de aquella e inesperada visión, se hallaba un pozo, rodeado de árboles frutales y estatuas de hermosas mujeres. Su instinto hizo arrastrarse con desesperación hacia el pozo. Pero una voz le detuvo. - ¿A dónde vas?, no ves que éstas en el lugar equivocado. Detente, este sueño no te corresponde. – Por favor, tened piedad, llevo muchas horas caminando bajo el sol abrasador de este desierto, y me estoy muriendo de sed. Solo os pido un poco de agua. (Hubo un silencio eterno, que solo duro dos segundos) al levantar la mirada, no vio a nadie. Se extrañó de oír una voz tan real, con sonido de un eco enojado. El desconcierto cabalgó con él durante un rato, mientras no paraba de buscar al sujeto de cuyos labios habían salido dichas advertencias. Al no ver a nadie, y no volver a oír nada, volvió a poner su mirada en el pozo, que ya se encontraba cerca de su desesperación. Con miedo, miraba aterrorizado a un lado y a otro. – Este lugar ha de tener un dueño, pero solo veo un pórtico, serpientes, estatuas de mujeres y un pozo; y una voz ausente de un cuerpo visible – No quiso pensar más,” pensar le producía dolor de cabeza”. Puso la mano en la boca del pozo, cuando lo alcanzó, estiró la otra mano para impulsarse y ponerse de pie. Pero he aquí otra vez el tormento vestido de voz. - ¡Detente!, ¿acaso no me has oído antes? No puedes estar aquí. Tus labios no pueden beber del contenido de este pozo. No eres digno de las bellezas de este improvisto encuentro. - ¿Quién eres?, déjate ver. Yo voy desnudo de maldad, mis desgracias son mis credenciales, ¿No ves mi estado?, no puedo más, necesito beber. – Soy el guardián de este lugar, y mis órdenes son claras. Solo podrán pasar por aquí las almas puras, y tú no eres un alma pura. Tu camino está en dirección contraria. No oses contradecir mis advertencias, o tendrás que pagar muy caro tu desobediencia. -Agua, agua, solo os pido agua. Un poco, un sorbo, rozar mis labios sólo un segundo. Después me iré. Os lo prometo. – ¿Acaso sabes lo que hay dentro del pozo? ¿Qué te hace pensar que hay agua? Los demonios viven en los sitios menos inesperados. Aúllan por las almas perdidas y las mentes atormentadas. El pozo está antes del pórtico rodeado de serpientes, ten cuidado, dentro no hay agua, solo la sangre de los seres perdidos por sus pecados. Si eres puro, la sangre te sabrá a agua, y podrás entrar por el pórtico sin que las serpientes te acechen, dentro hallarás un paraíso, pero si mientes y la sequedad de tu garganta es aliviada por la sangre de los que como tú decidieron desobedecer al guardián, las serpientes te rodearán para exprimir tu sangre y verterla en el pozo. Y con tus huesos y piel harán una estatua de una hermosa mujer; que representa la pureza custodiando el oro de los inmortales. - ¿Y no hay otra forma para saciar mi sed, sin desobedecer al guardián? - la hay, pero ya se hace tarde, mañana si respetas mi advertencia, y sigues pacientemente aquí, te lo diré. Mientras tendrás que confiar en mí y aplacar tu desesperanza. – no sé si podré aguantar, pero si llevo horas sin beber, engañaré a mi paladar con mi imaginación, haciéndole creer que de mi boca emana una cascada de agua transparente y fresca, que hará que pueda conciliar el sueño hasta mañana, y tendré paciencia, ya que tiempo me sobra y la muerte me persigue. A pesar de la noche calurosa, sus deseos de mirar por el pozo, se disiparon incomprensiblemente. – Si he de morir, que sea mañana y no hoy. Y si la sed no puede ser aplacada por la falta de agua, entregaré mi alma a Belcebú; sin duda él no me hará tantas preguntas como este guardián. Al día siguiente el guardián tardó en hacer acto de presencia a través de su cavernosa voz. - ¡Ah!, ¿todavía sigues aquí?, no esperaba encontrarte. Nunca nadie fue capaz de obedecer al guardián, y las serpientes llenaron el pozo con la sangre de todos los que se acercaron a este lugar. ¿Sigues queriendo beber? -Si. – bien, como te dije ayer, hay otra forma, es dolorosa, pero tendrás tu recompensa, que es poder beber toda el agua que quieras hasta saciarte, es más, podrás pasar por el pórtico y vivir eternamente. El precio será caro, ¿Estás dispuesto? – Si, lo estoy. Decidme ya por lo que más queráis que he de hacer. Mi garganta cada día se convierte en una montaña seca donde la arena quema más que el sol de este desierto. - Tendrás que sacarte los ojos para dárselos a una de estas estatuas, necesitamos que la belleza aflore y, para ella, la vista es fundamental. A ti no te harán falta, ya que lo que más deseas es beber agua, y podrás emborracharte del elixir más deseado que tu alma anhela. – Lo que me pides es una masacre. – tú decides, terminar en el pozo con la sangre de los otros pecadores, irte de aquí para proseguir por otro camino, o creer al guardián y arriesgar tu alma por un manantial de agua. – pero…, ¿para qué quiere una estatua de una mujer bella mis ojos?, no le servirán de nada. Y, yo, sin embargo, quedaré mutilado para toda la vida. - ¿Toda la vida?, la vida no es eterna, pero si al despertar ayer en el desierto solo y desorientado, sin saber por qué has llegado aquí; es un consuelo para ti, sigue buscando otro lugar donde saciar tu sed. Hubo un silencio eterno que ninguno de los dos quiso interrumpir. Lo que más le molestaba al sediento, es no poder ver la cara de aquel con quien hablaba. Un desconocido fantasma que ponía en jaque mate su vida sin ni siquiera poder mirarle a los ojos. -Decidme guardián, ¿Quién te dio este trabajo? ¿Por qué no puedo verte? ¿Por qué tu voz suena a ultratumba? ¿Cuánto tiempo llevas guardando este pórtico? ¿Acaso viste como las serpientes llenaban de sangre el pozo? ¿De dónde salió todo este oro que recubre el pórtico? Las dudas me pueden más que la sed. Me quedaré aquí sentado al lado del pozo, esperando a la muerte. Eso será lo mejor. No quiero seguir hablando con un guardián fantasma. Cuando muera, sacadme "vuestra majestuosa voz", los ojos, y dádsela a la estatua de la derecha, que me recuerda a mi madre, con esos pies chiquitos y sonrisa alegre. De adolescente la perdí por culpa de un borracho, y, yo, me volví otro borracho, que mató al primer borracho, al que yo llamaba “padre”. Lo que más me sorprende es morir pidiendo agua en vez de aguardiente. Un sueño inundó profundamente al sediento. Al despertar, se encontró en un callejón, de lejos veía a la gente caminar de un lado a otro. Para salir del lugar tuvo que pasar por un pórtico dorado custodiado por una hermosa mujer hecha estatua a la que le faltaban los ojos. Las ratas caminaban como serpientes sobre los desechos de basura, que amontonados parecía una fuente. Y, una voz se oyó de la nada diciendo –“FUERA DE AQUÍ, BORRACHO”.

FIN

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