El perfume enardece su gran figura
de los tallos dormidos en mentes mudas,
y el delirio enmudece su frágil cuerpo
regalando espejismos a locos cuerdos.
Dormitando el aroma ruedan sus besos
con sabor a narciso y a terciopelo,
y las Diosas carecen de trono alzado
entre efluvios que claman y rompen rayos.
¿Como osa tu mente cuan ruin prelado
dibujar sensaciones que alumbran claros
y sellar esos labios que fueron míos,
entre olores a prados y de pecados?.
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Margaatya
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