su luz al verlas radiantes, pasmado púdome dejar,
pues no sabía que tal piedras, hermosas en la oscuridad,
brillaran como esos tus ojos, tus ojos Mª del Pilar.
Y al verlas con ese tal brillo y hermoso contorno al pasar,
y al recordarme a tus ojos, hermosos, Mª del Pilar,
triste agonía me vino, y no quise dañarlos más.
Dejé lo hermoso en su sitio, y salí corriendo a buscar
aquella que es la más bella de las gemas al brillar,
aquella que tiene nombre, y que busco sin cesar,
aquellos radiantes ojos, ¡Tus ojos Mª del Pilar!.
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